martes, 29 de julio de 2014

Sangre y acero

Que no se me asuste nadie. Espero que os guste:

El héroe apenas podía entender como había llegado a esa situación: el destino de su mundo y la vida de ‘ella’ estaba en sus bastas y sucias manos, manchadas de mugre y sangre. Él, que era poco más que un saco de músculos con poco cerebro, y tenía los sentidos algo embotados por aquellos nuevos sentimientos acabados de encontrar, podía terminar con aquella cruenta campaña de terror, y devolverle la libertad a la única mujer que se había permitido amar. Tan solo un centenar de metros le separaban de su enemigo, aunque la distancia física era mucho mayor que la moral. Las atrocidades que habían cometido tanto uno como el otro eran terribles. Pero algo había cambiado en el héroe, algo le había hecho darse cuenta de la realidad en la que vivía, y se sentía en la obligación de hacer algo al respecto. 
El héroe sentía como el corazón le latía con fuerza, haciendo que las heridas que tenía en el cuerpo le sangraran profusamente, en especial la de la frente, que le impedía ver con normalidad, y le confería un aspecto absolutamente siniestro, como de engendro surgido del averno, que aterrorizaba sin remedio a sus enemigos un instante antes de que su hacha los aniquilara sin piedad. Había llegado hasta aquí abriéndose camino a base de mandobles con su espada, y de hachazos, y cuando era necesario, con los manos desnudas. Muchos desgraciados habían perdido la vida aplastados bajo la ira del héroe, que como único objetivo tenía el de separar la cabeza del cuerpo de aquel monstruo, que había demostrado ser demasiado escurridizo en más de una ocasión.

Tan solo seis meses antes él era un despojo humano, un muerto en vida desde hacía demasiado tiempo: su existencia consistía en ganar algunas monedas en batallas a sueldo de tal o cual señor feudal, en las que podía descargar toda su rabia y frustración cercenando miembros y aplastando cabezas, peleando en tabernas por pura diversión, bebiendo vino, follando con putas, y de vez en cuando durmiendo en algo un poco más cómodo que un jergón de paja lleno de pulgas. 
      
       Ni sabía ni quería entender que su mundo se acababa, cuando de repente se encontró, sin saber muy bien por qué, salvándole la vida a la criatura más preciosa que su tosca mente jamas fue capaz de imaginar. Aquella panda de desgraciados con los que compartía aventuras, ociosos desde la última carnicería cometida, ávidos de sangre y con ganas de meter la polla en algún lugar más caliente que sus propios pantalones, se encontraron saqueando la granja de un pobre viejo que estaba al cargo de unas pocas ovejas, una escuálida vaca y sus cuatro nietos, tres chicos que no pasaban de 10 años, y una chica algo más mayor. El pobre viejo acabo con el cráneo partido en dos de un mazazo al tiempo que los compinches descubrieron que no podrían sacar ninguna moneda de aquella fechoría,  así que se dedicaron a perseguir a los chavales, que gritaron como cerdos con cada uno de los envites que aquellos animales les proferían mientras los violaban sin piedad, justo antes de ser degollados por puro placer. La chica, que permanecía escondida, solo apareció cuando los salvajes, creyendo haber acabado la tarea, incendiaron el techo de paja de la vivienda para borrar el rastro de lo acontecido. Sabiéndose perdida si permanecía resguardada en el cobertizo bajo la casucha, consiguió salir como pudo y echó a correr hacia el bosque. Eso aún pareció divertirlos más: la emoción de la caza, y la promesa de un coño caliente y tierno les embotaba la mente. La capturaron sin mayor esfuerzo, y mientras dos de ellos la sujetaban de brazos y piernas, un tercero ya se desataba el pantalón. En ese momento fue cuando el héroe sintió una punzada en la boca del estómago, algo le decía que no podía permitir que aquella delicada criatura fuera mancillada tan cruelmente. Y sin mediar palabra clavó su daga en la base del cráneo del violador y ensartó a otro de ellos con su espada, atravesándolo de costado a costado. El ruido sordo que hicieron los pulmones del tipo al reventar fue escalofriante. Al tercero no hizo falta decirle nada para que soltara a la chica y saliera huyendo. Ella, asustada ante aquel espectáculo tan dantesco, trató de huir, pero el héroe se lo impidió, tratando de no lastimarla. Al poco entendió que estaría mejor si se quedaba con él. Desde aquel día se consagró a la tarea de proteger a la joven en aquella región salvaje y sin más ley que la impartida por el filo de una espada.

En estos seis meses él había cambiado. Ella le había enseñado a respetar la vida, le había mostrado lo cruel que era el mundo en el que vivían, y que un hombre como él podía hacer algo para remediarlo. Ella le había mostrado un camino y él había descubierto una causa por la que valía la pena luchar. Hasta que su enemigo se la llevó. Ahora debía recuperarla como fuera, sin importar lo que costara. 


En aquel momento no era capaz de ver nada de lo que sucedía a su alrededor: las flechas silbaban y caían como una lluvia mortal, los hombres luchaban y morían a su alrededor como ovejas en el matadero, y el fuego devoraba lo que encontraba a su paso. Pero él solamente podía ver un túnel al final del cual se encontraba su enemigo, tirado en el suelo bajo su propio caballo muerto, desarmado y luchando desesperadamente por liberarse. Jamas creyó que fuera a ser tan fácil: acercarse y destrozarle la cabeza a golpes. Sólo así acabaría toda aquella locura. A cada paso que daba por aquel lodazal enfangado por la lluvia y la sangre se sentía más cansado pero más resuelto a finalizar su tarea. 

        Le quedaba muy poco y todo habría terminado. Ya había recorrido un par de decenas de metros cuando un latigazo recorrió su espina dorsal. Ya antes había notado ese frío en el cuerpo, el frío del acero atravesando huesos y músculo, pero jamas con tanta intensidad. Incrédulo, trató de avanzar, pero sus piernas no respondieron, y sus rodillas se doblaron. Fue en ese momento que bajó la mirada y pudo ver como medio metro de acero impregnado en sangre asomaba por su pecho. Y la realidad fue la más pesada de las cargas, mucho peor que la inminente muerte que le aguardaba. Se dio cuenta de que no sería él quien vencería en aquella batalla. No sería él el héroe que alabarían las canciones, y las ilusiones de otra vida no se harían realidad. En realidad él no era importante, nunca lo había sido. Lo que más le dolía es que con su desaparición sellaba el destino de ella, a la que le esperaba un final peor que la muerte.

miércoles, 2 de julio de 2014

Rock&Roll actitud!



“Lunes, martes, miércoles sentado junto al mar, es un buen lugar para irse a olvidar. Coches policía, detrás la ciudad. Ojalá aquella rubia me mire al pasar…”


            Si al leer estos versos te ha recorrido un escalofrío por la espalda y te han venido a la memoria algunos ecos del pasado seguramente ya tienes más canas de las que quisieras.

 “Jueves, viernes, sábado sentado junto al mar, es un buen lugar para irse a olvidar. Dejé a mi familia frente al televisor. En el Rompeolas aún se huele el sol…”

            Si esto no es una declaración de principios, nada lo es. ¿Tienes un sueño? Ve a por él!!! Si tú no lo haces, nadie lo hará por ti. Más vale intentarlo y que te partan la cara o que te rompan el corazón que arrepentirte toda la vida de no haberte atrevido. Que es lo peor que te puede pasar, ¿que te quedes como estas?


“No hables del futuro, es una ilusión. Cuando el Rock&Roll conquistó mi corazón.”

            Joder, ya no se escriben canciones como esta, ni se cantan con ese sentimiento. No es sólo lo que dice, sino cómo lo dice. Es cuestión de actitud. Pisa fuerte, habla claro y no te dejes avasallar, ni a ti ni a los tuyos. Hazte notar, no pases desapercibido, que hablen de ti, aunque sea bien.


            Cada cual podrá interpretar  el sentido que más se acerque a sus vivencias, sus ansias y experiencias. Yo lo tengo claro. El futuro lo construyes hoy, ahora, con cada paso que das, con cada decisión que tomas. Así que si has de hacerlo, hazlo bien.



PD: Si a estas alturas te tengo que decir de quien es esta canción… es que te has perdido algo muy grande. ¿De verdad nunca te has imaginado sentado en el asiento de un Cadillac, en la ladera del Tibidabo, al amanecer, fumando un cigarro? Rock&Roll actitud!!! (gracias Loco)